viernes, 28 de diciembre de 2012

...y dios se hizo un bocadillo



El otro día no me apetecía encender la plancha y para cenar me hice un portentoso bocadillo de jamón serrano y queso manchego. Mientras me lo comía pensaba, cómo algo tan sencillo, algo que he tardado 90 segundos en preparar puede estar tan bueno? A lo que una voz en mi cabeza respondió con un rotundo ‘sencillo mis cojones!’. ‘Cómo?’, fue mi replica a tal interrupción (y esto os lo imagináis así: un tío comiendo solo en medio de un bar que sin previo aviso le contesta algo a la silla vacía de enfrente, llenando la mesa de migas a medio masticar. Si mí bar fuese más popular, ahora mismo tendría una camisa de fuerza y escribiría esto con la nariz). El caso es que si te pones a pensar, un bocata de jamón y queso no tiene nada de sencillo. Poneos en la situación de que el mundo se va a la mierda, como debió haber sucedido la semana pasada. Y en medio de una sociedad anárquica, al más puro estilo Mad Max, te propones hacerte un bocadillo de jamón y queso con su aceite de oliva y todo. Posible sería, pero tardarías un huevo. En el momento de pensarlo no podía, pero ahora gracias a google se puede calcular el valor de ‘un huevo’. Suponiendo que lo tengas todo de cara, que encuentres trigo listo para ser recogido, una oveja deseando ser ordeñada, un cerdo bien hermoso, un olivo en época de recolecta y seas capaz de hallar en tu entorno lo necesario para elaborarlo todo, no tardarías menos de 15 meses desde que te entra el antojo de bocata de jamón hasta que te lo comes. Y esto teniendo en cuenta también que puedas montártelo todo tú solo. Porque esa es otra, que en ese miserable bocadillo han intervenido ganaderos, pastores, campesinos, salineros, queseros, panaderos, transportistas y otros muchos más. Eso son miles de personas, y cada cual con su respectivo sueldo. De modo que me encontraba ante algo que había empezado a forjarse 15 meses atrás, que había movido varios millones de euros sólo en los salarios de trabajadores anónimos repartidos a lo largo y ancho de la península, y todo para que yo pudiera terminar de prepararlo en 90 segundos y sentarme a comérmelo tranquilamente. Dándose uno cuenta del esfuerzo que hay detrás de ese bocata, no se es capaz de evitar sentirse importante, casi como un dios.

Así que cada vez que creáis que ese bocata que tenéis entre las manos es una simplicidad, pensad en todo esto. Y si después de pensarlo dudáis si sois suficientemente dignos para algo tan grande, por lo que más queráis, no le pongáis anchoas, porque si lo hacéis, en lugar de comeros el bocata lo enmarcaréis en la pared.

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