miércoles, 19 de diciembre de 2012

Mi cara de gilipollas


Hoy he comprado un boleto de lotería para el sorteo de navidad. De los de 20 eurazos, ya sabéis. Y lo he comprado aún sabiendo con certeza que no me va a tocar. Y dirás, bueno, a mí tampoco. Pero lo tuyo es una suposición por las pocas probabilidades que hay, lo mío es casi un hecho científico. Soy gafe. Y esto que os digo no es una opinión, es como digo un hecho contrastado. Hace un año hice descender al Villarreal poniéndolo como ganador siempre en quinielas y porras, y el año anterior hice lo mismo con el Deportivo de la Coruña. Cada vez que voy al bingo, calculo mentalmente cuántas bolas necesito para hacer bingo según la frecuencia de los números que acierto (lo normal es acertar 1 de cada 6 números) y descubro que al paso que las voy tachando, necesitaría mas bolas de las que hay en el bombo. Vamos que ni jugando yo solo me llevaría premio alguno. Sí, soy un caso perdido. Y alguien dirá, no pasa nada, ya sabes lo que dicen, que desafortunado en el juego, afortunado en amores. Pero es que también soy especialista es destrozar tópicos.

Entonces, si tan seguro estoy de mi fracaso por qué he comprado el boleto? Es que soy idiota? Pues un poquito sí, pero hay más razones. Lo he comprado porque la gente de mi entorno lo hacía. Y no es falta de determinación, es que imagínate que no compro nada y toca, y a mí se me queda una cara de gilipollas que sale en libros de historia. Porque esto es así, si compro no tocará pero si tengo la ocasión de hacerlo y no lo hago, las posibilidades de que sea ese el número premiado se multiplican. Todo el barrio celebrando que son ricos, bailando la conga y descorchando champán para derramarlo en mi histórica cara de gilipollas.

Así que por un momento me he encontrado ante el difícil dilema de si darle a los vecinos de mi barrio la oportunidad de ganar dinero o no. Pero más allá de esa gente que ves día a día con dificultades para pagar la hipoteca de su casa, me he vislumbrado a mí mismo en mi cabeza. En medio de todos esos festejos, con las cámaras de canal 9 enfocándolo todo, y yo ahí, sacando un billete de 20€ de la cartera y observándolo detenidamente al tiempo que me gotea el champán por la punta de la nariz. Y lo he visto claro. De modo que a todos aquellos que tengan puestas sus esperanzas en el número 50849 debo decirles ya desde aquí que no se van a llevar ni la pedrea. Y lo siento mucho, de verdad, pero tenéis que entenderlo, vuestra ruina bien merece evitar mi histórica cara de gilipollas.

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