sábado, 6 de diciembre de 2014

Simbiosis


Nací aquí mismo hace ya algunos años aunque no sabría decir exactamente cuántos. Sí puedo decir que soy lo suficientemente madura como para ser tomada en serio. He crecido y me he curtido en mil batallas y todo esto debo agradecérselo a mi más fiel compañero, quien a pesar de la opinión pública, se negó desde un principio a desprenderse de mí. Como sin duda habréis adivinado, soy una barba. Una barba afortunada. Hoy corren buenos tiempos para nosotras porque ya no estamos tan mal vistas, de hecho casi se nos podría considerar una plaga. Eso sí, me entristece cruzarme con alguna camarada que ha tenido la desgracia de nacer pegado a uno de esos tipos de gafas anchas y camiseta de cuadros, y saber que su existencia será mucho más efímera que la mía. Por supuesto que entre mi colega y yo también hemos tenido algún que otro rifi-rafe, sobretodo por temas de comida. Yo es que veo un plato de sopa y me tengo que meter dentro. Me encanta, no lo puedo evitar. Pero la cosa nunca pasa a mayores. Al decir verdad no creo que fuese posible una ruptura entre nosotros. Estamos condenados a estar juntos. Y es que lo que hay entre nosotros es una relación simbiótica. Una de esas en las que las dos partes se benefician aunque pertenezcan a mundos diferentes. Como la anémona que da cobijo al pez payaso a cambio de aseo, o poniendo un ejemplo más familiar para todos, como el político que indulta al banquero a cambio de un puesto como asesor. Del mismo modo, también nosotros tenemos una relación de mutuo provecho. Aunque muchos diréis que recibo yo más de lo que doy, que yo sin él no sería nada. Pero ahora pregunto yo, y espero no ofenderlo cuando me lea. ¿Qué sería él sin mí? A pesar de la cantidad de historias que circula por ahí sobre nuestras ventajas, muchos no son conscientes todavía del bien que podemos proporcionar. Para empezar, ser portador de una barba te protege no sólo del frío, sino también de una multitud de enfermedades contagiosas. Hacemos función de mascarilla a la vez que ofrecemos abrigo. Y para muestra un dato irrefutable: más de la mitad de los enfermos de gripe no tienen barba. No creo que sea casualidad. Somos también un elemento antiestrés muy efectivo. Atusar una barba te ayuda a concentrarte y te relaja. Es más, la prestigiosa universidad de Hulland Ward, en base a unos recientes estudios (silenciados por el lobby de las infusiones sedantes) recomienda que todo adulto, hombre o mujer, duerma cerca de una. Sobre la ayuda que podemos facilitar en la vida silvestre hay que corregir y desmentir algunas cosas. Es verdad que siempre tenemos un pelo apuntando al norte y que nos erizamos cuando estamos cerca de una fuente de agua potable, pero hay que aclarar el asunto ese de que no puedes ser atacado por animales, que puede dar a pensar que los bichos vienen a ti a darte mimos. Pues no, lo siento, llevar barba no te convierte en Blancanieves. Está claro que si te cruzas con un tigre hambriento vas a tener una seria trifulca en la que no descarto poder servir también de ayuda. Pero por lo general, la virtud que ofrezco es otra. Imagina que vas por el monte y a tu espalda os descubre un jabalí. Lo que el jabalí va a pensar nada más verte es: "Oh, mierda, un humano! Debo expulsarlo de estas tierras". Pero entonces te darás la vuelta, te verá el rostro y se dirá a sí mismo: "Ah, vale, sólo es otro animal salvaje." Y entre gruñidos que únicamente entenderás si tienes pelo en la cara te espetará algo así como, "lo siento, tío, he estado a punto de atacarte." Puedo aumentar la presencia, el carisma y el atractivo de cualquiera. Sobre todo de esto último. Obviamente no llegué a conocer a mi compinche antes de que tuviera barba (¿Cuánto hace de eso? ¿Recuerdo el tacto de un chupete en mis primeros días? No, pero por ahí andaría), de modo que no puedo comparar su sexappeal de ahora con el de entonces. Pero os puedo convencer fácilmente de lo que os digo. Especilamente a vosotras. Cerrad los ojos e intentad mantener en la mente la imagen de ese tipo sin barba que os ha hecho gracia alguna vez, ese actor, cantante o desconocido del metro de mirada penetrante. ¿Ya lo tenéis? Vale, ahora ponedle pelo en el rostro. ¿Os lo imagináis? ¿Lo podéis ver? ¿Lo podéis sentir? ¿Lo tocáis? ¿Sentís el tacto del frondoso pelaje bajo la yema de los dedos? Bien, vale, lo que os acaba de pasar es normal. Ya os podéis cambiar de bragas. No se lo contaré a nadie. Y sintiéndolo mucho, con este último pensamiento os voy a dejar. Os contaría mucho más sobre nosotras pero no quiero despertar a mi socio, que lo he tenido todo el día talando robles y está agotado.

miércoles, 4 de junio de 2014

La triste historia de la mejor novela del mundo


 
- Hola, le llamo desde la Editorial Planeta. Es sobre el libro que nos mandó.

- Sí, dígame.

- Verá, le voy a hablar con total franqueza. Es lo mejor que he leído en mucho tiempo. Los personajes casi se pueden tocar por la forma en que los describe, es asombrosa. Su narrativa empieza fuerte y no decae en ningún momento. No sería capaz de cambiarle ni una coma, es perfecto palabra por palabra. Y el final... el final es sencillamente apoteósico.

- ¡Me alegra mucho oirle decir eso! ¿Entonces le ve éxito comercial?

- Por desgracia no.

- ¿Cómo?

- El problema es que la sociedad no es capaz de asimilar más escritores. Sois demasiados. Los lectores habituales prefieren leer otro maldito libro de Coelho que arriesgarse con un nuevo autor.

- ¿Tan mal lo ve?

- Mire, yo podría colocarle este libro en todas las librerías del país, y habrá gente que lo compre, lo lea y le guste. Pero sin un nombre o una campaña publicitaria cuyo coste la editorial no es capaz de asumir, es prácticamente imposible que la novela triunfe.

- Vaya... acaba usted de hundirme.

- Lo siento, pero este mundo es... espere, tengo una idea ¿Hasta qué punto quiere usted que su libro venda?

- ¿Pero qué pregunta es esa? A cualquier precio. Me gusta escribir y desearía poder ganarme la vida haciéndolo.

- Bien, verá, acabo de pensar en algo. Se dice que Stephen King escribió libros bajo un nombre falso para no colapsar el mercado. Con usted podríamos hacer justo lo contrario.

- ¿Y eso cómo es?

- Pues es, básicamente, sacar el libro bajo el nombre de un personaje popular que ya haya triunfado antes. Todo con su consentimiento, claro.

- ¿Nadie sabrá que soy el autor?

- No. O al menos hasta dentro de un tiempo. No recibirá el reconocimiento personal que se merece, pero piense en todos esos hogares que tendrán su novela en la mesita de noche. En cuanto al tema económico, dicho personaje cobrará un canon por utilizar su nombre, pero aun con todo, si la persona en cuestión es verdaderamente popular, quizá sí pueda ganarse la vida con esto.


El escritor terminó aceptando a regañadientes y el resultado fue mucho mejor de lo esperado. El libro se colocó pronto entre los más vendidos y pudo dejar su trabajo para empezar a escribir una segunda novela. Pero algo fallaba, por más que buscaba no encontraba ninguna crítica razonable sobre su libro. Todas las críticas estaban enfocadas más hacia el famoso de la portada que hacia la trama de su interior. De modo que decidió contactar de nuevo con la editorial para pedir explicaciones.

- No veo dónde está exactamente el problema. ¿Acaso no le da dinero?

- No es eso en absoluto, si se vende muy bien, pero me da la sensación de que nadie lo ha leído.

- Bueno, pero es que no se puede tener todo. Si lo que quiere es que la gente lo lea, debería haberlo puesto en internet para que se lo bajase gratuítamente quien quisiera.

- ¿Pero es que le parece normal que la gente compre libros para no leerlos?

- En este caso no me extraña tanto. Y no porque el libro no sea bueno, sino por el público al que ha ido dirigido. Pero pensé que lo importante de verdad era que el libro se vendiera. Hemos apuntado al sector más amplio de la sociedad actual y ha funcionado, no debería quejarse.

- Lo que pasa es que no veo por qué no pueden leer algo que ya han comprado...

- Es posible que hayan intentado hacerlo pero se hayan cansado al tercer párrafo. Por dios, ¿ha visto el personaje que le da nombre? alguien que conoce y admira a esa persona, no está acostombrado a leer libros.

El escritor colgó el teléfono sin despedirse. Frustrado, miró la portada del libro que aun tenía en la mano y empezó a asimilar el error que había cometido. Definitivamente, no debió publicar su primera novela como el último libro de Belén Esteban.

martes, 6 de mayo de 2014

Guía práctica para un día de elecciones.


Dentro de nada nos toca votar y cada vez que toca votar se plantea el dilema de qué hacer. Cada cual tomará una decisión y todas ellas son perfectamente respetables... No, en realidad no, de hecho ninguna de las decisiones es respetada por nadie. En serio, hagáis lo que hagáis siempre tendréis a alguien cerca para deciros que la habéis cagado. Pero ya que la vais a cagar, hacedlo con conocimiento. Por eso planteo aquí con toda la objetividad que me puedo permitir, las diversas opciones que tenéis, con los pros y los contras de cada una.


ABSTENCIÓN: Es, así a grandes rasgos, limpiarte el culo con tu derecho a voto.
  • Pros - No hay que andar.
  • Contras - No importa lo que quieras reivindicar con esta decisión porque a ojos de todo el mundo quedarás como un vago y punto. Cuantas más abstenciones hayan más estruendosas y malvadas serán las carcajadas de quien gane.
VOTO NULO: Meter billetes de monopoly en los sobres, manchar de heces de perro las papeletas, escribir consignas pegadizas o frases célebres de Gandi. Hay mil formas de votar nulo.
  • Pros - Agudiza el ingenio.
  • Contras - Como acto simbólico está muy bien pero a efectos prácticos es exactamente lo mismo que quedarse en casa. Pensadlo bien, ninguna democracia seria (ni la nuestra tampoco) se plantea contabilizar una rodaja de chorizo en unas elecciones.
VOTO EN BLANCO: Es tan fácil y soso como votar con un sobre vacío.
  • Pros - Ninguno.
  • Contras - Hay una razón por la que el voto en blanco no se cuenta como nulo y es que hace un favor enorme a los grandes partidos. Pensad en quién os recomendó votar en blanco y preguntadle quién se lo recomendó a él e intentad informaros sobre quien recomendó al recomendador de vuestro recomendador. Si llegáis hasta el final descubriréis que esta cadena de susurros al oído la inició Manuel Fraga en 1982 en una cafetería de Majadahonda para asegurarse de que PP y PSOE se quedaban solos. "Me han dicho que si no sabes a quién votar, lo mejor es votar en blanco con un sobre vacío. Que luego te mandan a casa ese mismo sobre pero lleno de caramelos de drácula." ¡MENTIRA! A diferencia del voto nulo y la abstención, el voto en blanco sí se cuenta como voto válido. Aunque en principio no va para nadie, ocupa un porcentaje en el recuento total y ese porcentaje se lo resta a todos los demás partidos. A los grandes les da igual, pero los pequeños deben llegar al 3% del voto para optar a un escaño. Si no lo hacen, todos sus votantes se joden y ven su voto sin representación alguna. Y como hay que ocupar todos los escaños, esos asientos se los reparten entre los que sí han llegado al 3%.
VOTAR A ESCAÑOS EN BLANCO: Se presentan como un partido pero no los son como tal, ya que no hacen propuesta alguna ni hacen nada. Sólo dejan su escaño vacío.
  • Pros - Aquel que esté votando en blanco posiblemente lo que busque sea esto. Si no te representa ningún partido vota al partido de los no representados. Es de cajón.
  • Contras - Queda feo eso de dejar un asiento vacío en el congreso. Si pusieran una jardinera o algo tendrían mi voto (es más barato de mantener un geranio que un diputado).
 VOTAR A PP O A PSOE: Sí, ya sabéis. Que si os tragáis las gilipolleces esas del voto útil o disfrutáis viendo a Rajoy y Rubalcaba representando canciones de Pimpinela sin música, esta es vuestra opción.
  • Pros - El partido al que votes va a ganar o va a quedar segundo. Lo cual está muy bien si no entiendes la diferencia entre un equipo de fútbol y un partido político. Puedes salir a celebrarlo y ponerte piripi.
  • Contras - Vas a sentir vergüenza tarde o temprano. Y lo sabes.
VOTAR A OTRO: Todo aquel que no sea PP o PSOE. Hay tantas opciones y tan variadas que es difícil que no te guste ninguna.
  • Pros - Forman parte de la oposición. Son la única barrera que impide que el presidente implante el derecho de carnada o mande construir una gigantesca pirámide de diamante para recordarlo. Cuanto más grande sea esa barrera más les costará ser unos malditos hijos de puta.
  • Contras - No van a ganar. Te pierdes la fiesta, aunque siempre puedes apuntarte a los festejos de quien gane, que con tus impuestos como mínimo habrán comprado papas. También es probable que en el partido que has votado se meta de estragis algún parásito corrupto pero no es razón para desanimarse, que nadie mata a su perro por tener pulgas. Un poco de fuego lo limpia todo.

martes, 8 de abril de 2014

El valor de un par de kiwis



- ¿Entonces entramos o no?

Maarten Goossens volvió a mirar abajo. El río se podía cruzar sin apenas dificultad pero al llegar a la otra orilla te topabas de golpe con una selva espesa y sofocante. Nada se veía ahí dentro, pues la vegetación se comía la luz del día.

- No lo sé, Jacky. No le veo sentido.

- Pero vamos a ver, ¿para qué hemos venido a estas tierras dejadas de la mano de dios?

- Sí, si sé que vamos a tener que meternos tarde o temprano, pero prefiero esperar al resto de la expedición.

- Si el rey Leopold te viera hablar así te expatriaba ya mismo.

- A mí no me jodas. El rey tampoco entraría ahí contigo.

- Ya veo... ¿Qué pasa? ¿Que no hay huevos?


Y estas últimas palabras activaron en el cerebro de Maarten un instinto primitivo más fuerte que el miedo. Era la necesidad imperiosa de demostrar mediante hazañas aparentemente superfluas que se es un macho de verdad. Habrá a quien le parezca una expresión sexista, quien piense que eso de combinar osadía y estupidez no es exclusivo de los que nacemos pegados a un pene. Yo no lo sé, no voy a meterme ahí. El caso es que, machista o no, existe la teoría de que gran parte de los descubrimientos realizados por la humanidad han venido precedidos por este tipo de provocaciones. Descubrimientos geográficos o científicos pero por encima de todo, descubrimientos gastronómicos. Desde el individuo que probó el kiwi convencido de que un enorme gorila se había dejado accidentalmente las pelotas colgando de un árbol, hasta el valiente idiota que se comió el primer yogurt (por dios, ese debía tenerlos bien gordos). Pensad, por ejemplo, en aquel que decidió hacer coliflor hervida. Te encuentras un vegetal que no es que sea para tirar cohetes pero se puede comer, que hasta te lo imaginas en una ensalada con tomate y aceite de oliva. Pero un día vas y te da por cocinarlo. Lo primero que debes pensar al oler la coliflor es que la has cagado, que se ha echado a perder y que lo más sensato es tirarla, volver sobre tus pasos y seguir comiéndotela cruda. Hace falta algo más que hambre para meterte eso en la boca por primera vez. Algo como una voz, en tu cabeza o fuera, que te diga 'no hay huevos'. O si no reflexionad sobre las setas. Gran parte de ellas son venenosas. El día que se juntaron todos para averiguar cuáles se podrían poner en una pizza y cuáles te mandan directo a la tumba, ¿cuántos tuvieron perecer entre viajes psicotrópicos? ¿De verdad se puede jugar a la ruleta rusa con la naturaleza sin plantar los cojones encima de la mesa y medirlos? Obviamente no.


Los exploradores Maarten Goossens y Jacques Voorhoof bajaron la ladera, cruzaron el río, se adentraron en aquella oscura selva congoleña y fueron devorados por una tribu autóctona. Además sus muertes no sirvieron absolutamente para nada ya que en aquellas tierras, a día de hoy, no se ha encontrado todavía nada digno de ser aprovechado. Pero no hay nada que reprocharles, aún así hicieron bien, porque gracias a esa necesidad que tenemos de evidenciar que nos siguen colgando los genitales, hoy podemos hacer la salsa roquefort con champiñones.